POLICIA ARMADA ¿Quiénes eran los grises?
En diciembre de 1978 y con la promulgación de la Ley de
la Policía desaparecería el que hasta la fecha había sido para algunos el brazo
ejecutor en la represión ejercida durante el régimen de Franco, la Policía
Armada.
En sus casi cuarenta años de historia y
como ejemplo de un modelo policial represivo, la Policía Armada fue
protagonista de tristes episodios que han marcado su imagen en la historia de
nuestro país, imagen que ha llegado hasta nuestros días.
El afán de algunos de sus mandos porque
se la temiese en vez de respetase, conceptos entremezclados entre sí pero muy
diferentes en el fondo, hizo que los ciudadanos de aquella época viesen a los
policías como enemigos de sus libertades y no como los defensores de sus
derechos. La pérdida de este miedo a la policía dentro del ambiente de
crispación que se vivía en la década de los ´70 fue en parte responsable de los
sucesos más trágicos que se han escrito en las páginas del libro de este cuerpo
policial. Protestas sociales, estudiantiles ó laborales se convirtieron en
auténticos combates en las calles, tiñéndose de sangre a causa del
enfrentamiento entre manifestantes y policías, y con resultado de muerte como
sucedieron en ciudades como Granada, Ferrol, Vitoria o Pamplona entre otras.
La historia de la Policía Armada y sus
circunstancias convirtió a sus miembros en el rostro de la represión
de un régimen, hombre que fueron odiados por una parte de la sociedad y en
ocasiones por el mero hecho de vestir un uniforme gris.
Sin escrúpulos, represivos, fascistas,
violentos, personas que disfrutaban golpeando a mujeres y ancianos, este es el
perfil del policía armada que en diferentes foros han intentado mostrar a los
jóvenes de hoy en día, apoyados en ocasiones por fotografías y
películas que mostraban la represión que se ejercía en aquellos años. Son los
malos de la película en blanco y negro de nuestro país.
Pero existe otra historia que no se ha
contado. La realidad de unos policías sobre la que no se ha escrito novelas ni
se ha hecho películas, una vida desconocida por la sociedad de antes y la de
ahora y que a nadie le ha interesado contar en alto. Para entenderla hay que
saber que eso hombre en muchas ocasiones no eran afines a la situación política
del momento e incluso llegaban a aborrecerlo, pero ingresaban en el cuerpo la
gran mayoría por la necesidad de un salario digno, un trabajo tan
honrado como otro que les diese de comer.
Salarios bajos, jornadas laborales
excesivas, arrestos, medios insuficientes, abuso de sus superiores, falta de
libertades, y un largo etcétera que hacía difícil el día a día. Sin
discrecionalidad y teniendo que cumplir las órdenes a pies juntillas eran obligados
a reprimir protestas que reivindicaban en muchas ocasiones cosas que ellos
mismos deseaban y de las que estaban de acuerdos, convirtiéndose en los malos.
Fueron los primeros que sufrieron la lacra del terrorismo, principalmente el de
ETA. Se convirtieron en objetivos principales de los terroristas, llegando
a ser en muchas ocasiones sentencia de muerte el pasear con su
familia o alternar con los compañeros por la mayoría de los pueblos del País
Vasco. Decenas de ellos resultaron muertos o heridos por acciones directas de
ETA.
Los que llevamos varios trienios en la
profesión, en más de una ocasión hemos coincidido trabajando con ellos en sus
últimos años de carrera profesional, pudiendo observar que en la
mayoría de las veces y salvo alguna excepción son tan buenas personas como
buenos profesionales. Policías que en su mayoría han sabido adaptarse a los
cambios de la sociedad española, modificando los métodos que aprendieron y
adaptando su forma de actuar. Los que aparecían en las fotografías de blanco y
negro cargando en las manifestaciones, son los mismos que años después han sido
requeridos para mediar en disputas familiares, ayudar en accidentes o
simplemente escuchar a los que lo necesitan, aunque esta vez vistiendo el
uniforme de distinto color.
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