El consejero austriaco Metternich fue el árbitro de la situación, estableciendo las fronteras y las alianzas. A iniciativa del zar de Rusia Alejando I se fundó la Santa Alianza, una alianza entre reinos absolutistas para ayudarse mutuamente en caso de que alguna sufra una revolución liberal.
Lo iniciaron las monarquías absolutas de Austria, Rusia y Prusia y se fueron uniendo el resto.
Movimientos populares acabaron con el absolutismo y el Antiguo Régimen con oleadas revolucionarias de 1820, 1830, y 1848.
Instauraron sistemas parlamentarios con igualdad ante la ley y sin privilegios estamentales. En todos los casos las revoluciones estallan justo después de una crisis de subsistencia (años de malas cosechas) y el desencadenante era algún abuso de los gobernantes absolutistas.
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