El medioambiente está enfermo
El clima va cambiando. Eso lo sabemos. Pero lo
que estamos viviendo actualmente es bastante más grave. Según nos muestra
Mathilda Masters en su libro “123 curiosidades sobre el clima”, nuestros
bosques están desapareciendo y los animales extinguiendo, poco a poco. ¿Hay
para tanto? Desentrañamos algunas de las cuestiones clave que Masters publica
en este libro que todo el mundo debería conocer sobre el clima.
¿Cómo predicen el tiempo los meteorólogos?
Existen multitud de instrumentos y algunos datan del siglo XV. El
higrómetro, por ejemplo, fue inventado en 1452 con la intención de medir la
humedad del aire. En el siglo XVI, Galileo
Galilei diseñó una especie de termómetro para medir la
temperatura. El barómetro, mide la presión atmosférica y el anemómetro, por
citar otro, mide la velocidad del viento.
Esta enorme central energética emite 8.700 veces más energía hacia la
Tierra de la que requerimos para que todo funcione. Eso sí, un tercio de los
rayos solares rebota inmediatamente hacia el espacio gracias a las nubes de la
atmósfera, la nieve, el hielo y el agua presentes en la superficie terrestre,
además de otras superficies reflectantes. También, una parte del calor que
desprende la Tierra desaparece en el espacio.
Hasta un tercio de la superficie del planeta es desierto, donde no crece nada, pues está formado
por arena árida o campos de hielo. Sin embargo, los desiertos son esenciales
para la vida terrestre, pues son una fuente importantísima de alimento para los
seres vivos que habitan en los mares. ¿Cómo es eso? En los desiertos podemos
encontrar numerosos organismos -diminutos- que, gracias al polvo y el viento,
van a parar a los mares y los océanos. Sus nutrientes sirven de alimento a
muchos organismos acuáticos, como el plancton.
Hay glaciares por todas partes. O casi. El único continente donde no hay es
en Australia. Los glaciares contienen una enorme
cantidad de agua dulce. Recuerda que apenas el 2,1% de toda el agua de nuestro
planeta es dulce y el 69% está almacenada en los glaciares. Podemos encontrar
glaciares incluso cerca del Ecuador y en México.
¿Quién tiene la huella ecológica más imponente?
En 1992 dos científicos canadienses descubrieron la forma de medir cuántas
materias primas, agua y tierra necesitamos las personas y los países para
producir alimentos y otros productos. Es lo que conocemos como huella ecológica
y se puede calcular ya sea para una persona o para un país. La huella ecológica
del europeo medio es de 4,4 hectáreas y la del estadounidense, 9 hectáreas.
China, Estados Unidos y la India tienen, en este caso, la huella ecológica más
grande entre los países del
globo.
¿Lo sabías? En la Tierra pastan 1.500 millones de vacas, 175 millones de
búfalos de agua domesticados, 1.100 millones de ovejas, 1.000 millones de
cerdos, 860 millones de cabras, 60 millones de caballos, 40 millones de
asnos... a lo que habría que sumar los 900 millones de perros y los 625
millones de gatos que tenemos como mascotas. Un montón.
Es un secreto a voces. La naturaleza no puede sobrevivir sin abejas, abejorros, avispas y otros insectos
voladores. Dependemos de la polinización de los insectos zumbadores para comer
peras, pimientos, manzanas, calabazas... Las abejas elaboran la miel a partir
del néctar. Las obreras trabajan sin descanso para recolectar y polinizar pero,
por desgracia, los panales están en peligro. Se ha extinguido, solo en Europa,
casi un tercio de su totalidad debido a un ácaro: Varroa, que los infecta y
mata. Es la mayor amenaza para la abeja. Los pesticidas y otras sustancias
tóxicas, tampoco ayudan a las abejas.
Y muy rápido. Tenemos huellas en el pasado prehistórico, como el meteorito
que cayó en México cuando aún caminaban dinosaurios sobre la Tierra y originó
una nube de polvo tan grande que desapareció la vida en la Tierra. Al morirse
las plantas, los animales herbívoros no tenían nada que comer y también
desaparecieron y, con ellos, los carnívoros tampoco tenían nada que llevarse a
la boca. El resultado de este impacto de meteorito provocó que los dinosaurios
se extinguieran en poco tiempo a causa del cambio
climático.
Un tercio del planeta está cubierto por bosques pero todos estos bosques
están desapareciendo a gran velocidad. Cada año desaparecen el mundo 6,5
millones de hectáreas de bosque natural, el equivalente a 17 campos de fútbol.
¡Al año! Y cada vez que un bosque se esfuma, los animales pierden su hogar y
mueren, extinguiéndose parte de vida de nuestro planeta.
Si vas siempre a pie o en bici no emites dióxido de carbono (menos
cuando respiras, claro). Si viajas en tren, emites 28 gramos de CO2 por
kilómetro. Si viajas en autobús, son 68 gramos por kilómetro. Si te mueves en
ciclomotor, son 72 gramos por kilómetro. Ahora, si viajas en coche familiar
pequeño, emite de media 104 gramos por kilómetro. Y si el coche es grande, 158
gramos por kilómetro. Cuanto más combustible utilice el coche, más CO2 emite.
Dentro de poco no será necesario matar a un animal para comer carne.
Gracias a la carne
in vitro o carne de laboratorio, que emplea células madre de
los músculos de distintos animales como vacas, cerdos, pollos... para
“cultivar” carne. Además, el proceso es muy eficiente: una sola célula madre
sirve para elaborar hasta 10.000 kg de carne.
Los anillos de los árboles nos muestran como fueron los veranos en el
pasado. Cuando los veranos son cálidos y húmedos, los árboles crecen más y los
anillos son más gruesos. Cuando el anillo es fino, se debe a un verano seco y
su crecimiento es más lento.
En todo el mundo se reparten 160.000 bolsas de plástico por segundo, casi
10 millones de bolsas por minuto. Y cada bolsa de plástico contienen todo tipo
de sustancias tóxicas que se liberan al agua. Casi 400 especies animales se
encuentran en peligro de extinción a causa del
plástico, ya sea porque se lo tragan o porque mueren enredados en él. Y es que
una gran cantidad de plástico va a parar al mar, y suele ser plástico de un
solo uso, como los cuencos para ensaladas o las botellas de refrescos o agua.
Los científicos han encontrado plásticos flotando en la fosa de las
Marianas, el lugar más profundo de la Tierra, con una profundidad máxima de
10.000 metros. También se han hallado microplásticos en
el hielo que rodea Canadá y la isla de Spitsbergen (Suecia), que se supone han
llegado por el aire, lo que significa que la gente respira plástico de forma
continua...
Material inflamable, una chispa para encenderlo y oxígeno para que arda.
Esos son los elementos que necesita un fuego. Los enormes incendios forestales
durante el verano de 2018 y 2019 fueron catastróficos. Los bosques arden pero, según los climatólogos,
en el futuro tendremos el doble de olas de calor, lo que implica más incendios.
Y si a esto le sumamos los rayos, principal causa de los incendios
(consecuencia también del cambio climático), el futuro de nuestros bosques es
realmente incierto.
Hay una avispa que disfruta comiéndose a nuestras queridas abejas. Su
población no para de reducirse debido a los productos que usamos para
pulverizar cultivos, pero también por la presencia de una amenaza de singular
tamaño: el avispón asiático. Esta enorme avispa de entre 2,5-3 centímetros
aniquila a nuestras pobres abejas melíferas que al no reconocerlo como amenaza,
dejan que se cuele tranquilamente en los enjambres. Si ves una, su hocico es de
color naranja rojizo y sus patas son negras son las puntas de color amarillo
chillón, avisa a las autoridades.
Por desgracia, los animales y las plantas no solo desaparecen en los
trópicos; en Europa, también están desapareciendo algunas especies. Por
ejemplo, es probable que desconozcas que en Bélgica existían en su día más de
50 variedades de orquídeas,
de las que se han extinguido, al menos, seis especies. Bélgica es un país
bastante seco y orquídeas como la de la imagen, Liparis loeselii, necesitan
mucha agua para florecer. Es una flor protegida, pero tiene los días contados.
Apenas quedan un par en Flandes. Otras plantas amenazadas son la lobelia de
agua o el álamo negro europeo.
El ser humano comenzó a hablar gracias al cambio climático
El clima cálido y la escasez de alimentos durante el Plioceno obligó a los
seres humanos a comunicarse mejor entre sí. Era la única forma de expresar
claramente dónde había comida o que era necesario trasladarse a otro lugar para
buscarla. Al tener que adaptarse a este entorno más seco, requirió que hablaran
más entre ellos para poder sobrevivir (y así aumentó el celebro de volumen, lo
que los hizo más inteligentes.
Es una consecuencia directa del calentamiento del clima.
¿Alguna vez te ha dado por mirar la etiqueta de tu bikini,
bañador o incluso tu ropa de deporte? Si ves que aparece la palabra nailon,
acrílico u otro material similar... está hecho con algún tipo de plástico. ¿Qué
hay de malo en ello? Cuando las lavamos, se desprenden microfibras diminutas
que son arrastradas a las alcantarillas y adivina... acaban en el mar. A pesar
de que se están buscando soluciones para que la ropa retenga dichas fibras
durante el proceso de lavador, podrías optar por lavar lo menos posible la ropa
sintética u optar por fibras naturales como el lino o la seda.
¿Es así? Tiene las dos caras de la moneda. Recientemente se descubrió que
la contaminación del aire mata a más de 9 millones de personas por año, pero
hay un lado positivo. Las partículas contaminantes, como PM10 o PM2.5, que
causan efectos adversos para la salud similares a los de los cigarrillos, en
realidad reflejan el calor del sol en lugar de atraparlo. Las partículas finas
de contaminación han mantenido alrededor de 1,1 °C la temperatura de la
atmósfera. Sin ellas, con la cantidad de gases de efecto invernadero que hemos
expulsado los humanos hasta ahora, la cifra sería aún mayor.
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